El Mundial de 1958 se llevó a cabo en Suecia y fue histórico por muchos motivos. Fue la primera vez que Brasil se coronó campeón del mundo, y también el torneo que vio el nacimiento de una leyenda: Pelé. Con solo 17 años, este joven brasileño deslumbró al mundo con su talento, marcando seis goles y convirtiéndose en la gran revelación del certamen. Suecia organizó un torneo muy bien estructurado, con modernos estadios y una excelente logística, destacándose como una sede eficiente y acogedora.
El torneo tuvo una gran variedad de estilos futbolísticos. Equipos como Francia, liderado por Just Fontaine, que marcó un récord de 13 goles en un solo mundial, mostraron el poder ofensivo de Europa. Alemania defendía su título de 1954, mientras que la Unión Soviética participaba por primera vez, aportando un enfoque táctico innovador. Sin embargo, fue Brasil el que capturó la atención con su juego alegre y ofensivo, basado en la velocidad, la técnica y la creatividad de sus jóvenes estrellas.
En la final, Brasil venció a los anfitriones suecos por 5-2 en Estocolmo, con goles memorables de Pelé y Garrincha. El equipo brasileño jugó con una camiseta amarilla que se convirtió en ícono del fútbol mundial. La Copa Mundial de 1958 no solo marcó el ascenso de Brasil en la élite del fútbol, sino que también estableció nuevas referencias en cuanto a talento juvenil, preparación física y estilo de juego, dejando una huella duradera en la historia del deporte.